Bebedor de absenta. Grafitero del Word. Nada encuentra más exquisito que los manjares de la carestía: los caramelos de la bodega, los espaguetis recalentados, la pizza de cinco pesos. Leyó un Hamlet apócrifo más impactante que el original de Shakeaspeare, con frases como esta, que repite como un mantra: «la hora de la sangre ha de llegar, o yo no valgo nada». Cree solo en dos cosas: la audacia de los primeros bates y la soledad del center field.
Dijo en el debate televisivo, luego de una encerrona propia de una sitcom, que el Estado de Israel tiene derecho a existir en igualdad de derechos, pero lo han llamado antisemita solo por no hablar como un vulgar sionista y no comportarse en el debate como si estuviese corriendo para alcalde de Tel Aviv.
El fallo multiorgánico del sistema político cubano obliga a salir del closet, y Etecsa expone lo que el hambre y el apagón llegan a esconder, porque para el hambre y el apagón eres una víctima o un rehén, no un cliente.
«La race infériure a tout couvert —le peuple, comme on dit…».(La raza inferior lo ha cubierto todo —el pueblo, como se dice…).Arthur Rimbaud
La ternura...
Su camino ha sido largo y sostenidas la pobreza y la discriminación. Comenzaron antes de que la noción de dictadura lo alcanzara y vive convencido de que van a seguir cuando todo se acabe, si es que algo así termina alguna vez.
Luis Manuel Otero subía videos en redes sociales para ver a los demás o para enseñar cómo la policía le caía a palos. Sandro Castro sube videos en redes sociales para que los demás lo vean o para enseñar su Mercedes Benz. Luis Manuel Otero le decía a la gente que estamos conectados. Sandro Castro le dice a la gente cuán desconectado está él.
Una de las obsesiones del presidente Trump es ser reconocido como un pacificador, es decir, un negociador capaz como nadie de mediar en conflictos a nivel global y de traer una nueva Pax Americana. No es un secreto su obsesión por ganar el premio Nobel de la Paz; especialmente porque cree que le fue entregado a Obama sin merecerlo.
Dijo en el debate televisivo, luego de una encerrona propia de una sitcom, que el Estado de Israel tiene derecho a existir en igualdad de derechos, pero lo han llamado antisemita solo por no hablar como un vulgar sionista y no comportarse en el debate como si estuviese corriendo para alcalde de Tel Aviv.