Bebedor de absenta. Grafitero del Word. Nada encuentra más exquisito que los manjares de la carestía: los caramelos de la bodega, los espaguetis recalentados, la pizza de cinco pesos. Leyó un Hamlet apócrifo más impactante que el original de Shakeaspeare, con frases como esta, que repite como un mantra: «la hora de la sangre ha de llegar, o yo no valgo nada». Cree solo en dos cosas: la audacia de los primeros bates y la soledad del center field.
Una lectura, típica de la neurosis identitaria del capitalismo tardío —por eso es cada vez más pertinente entender Cuba desde claves contemporáneas, globales y...
Desmantelada la Unión Soviética, Occidente se enteró de que también terminaba la Guerra Fría, una noticia menos agradable si tenemos en cuenta el modo...
El Lower East Side me está quitando la vida.Ninguna maldita cuadraes mía. ¡Ningún maldito ladrillo!Miguel Piñero
Jacquie, amiga, profesora de literatura en la Universidad de...
Israel Rojas —cantante de Buena Fe, ese sindicato con guitarras— ha declarado en una entrevista replicada por Cubadebate que El Estornudo es un medio...
Una de las obsesiones del presidente Trump es ser reconocido como un pacificador, es decir, un negociador capaz como nadie de mediar en conflictos a nivel global y de traer una nueva Pax Americana. No es un secreto su obsesión por ganar el premio Nobel de la Paz; especialmente porque cree que le fue entregado a Obama sin merecerlo.