Escribidor, milenial en defensa propia, ahijado de un oráculo bastardo. Lo vi por última vez en un pasillo de la Biblioteca, rastreando sin mucha prisa la etimología de la «metatranca». Antes de desaparecer, me dijo que solo sería capaz de recordar el sabor del guarapo y los rostros de aquella foto de familia. Una fuente confiable asegura que le dictó a Eiichiro Oda el final de One Piece, mientras ponchaban el «Gerente» de Elvis Manuel en una bocina repartera y brindaban con dos Planchao Silver Dry en el Parque G. ¡Kampai!
Una de las obsesiones del presidente Trump es ser reconocido como un pacificador, es decir, un negociador capaz como nadie de mediar en conflictos a nivel global y de traer una nueva Pax Americana. No es un secreto su obsesión por ganar el premio Nobel de la Paz; especialmente porque cree que le fue entregado a Obama sin merecerlo.