Está por ver si Vance ayuda a Trump a matizar su lenguaje, dejando los insultos y apelando a un público más amplio con el tema económico, el cual maneja muy bien, o si Walz resuena entre las audiencias rurales y suburbanas que fueron clave para que Biden ganara en 2020, además de consolidar el voto anti-Trump.
Desde ayer he visto una suerte de desamparo en la mirada de Yasmani Acosta que traduce la relación con mi país. Ganó todos sus combates de modo muy inteligente, siguiendo al pie de la letra una estrategia trazada a la medida de sus limitaciones y posibilidades como luchador ya de 36 años...
Si Kamala Harris opta por ofrecer soluciones tecnocráticas como Hillary Clinton, dará la impresión de ser otra elitista recetándole al pueblo lo que debería hacer. Si, por el contrario, toma una página del populismo optimista de Obama y demuestra que puede escuchar y responder a los problemas con una visión unificadora, podrá replicar una coalición de minorías y moderados y será, en enero de 2025, la primera mujer presidenta de los Estados Unidos.
Harris, de ascendencia hindú y jamaiquina, tiene ahora la posibilidad de hacer historia, no solo rompiendo el tabú sexista de la política estadounidense, sino además convirtiéndose en la segunda persona afroamericana que llega a la Presidencia.
Es cómodo e igualmente equivocado decir que se trata de hechos aislados o excepciones dentro del sistema, ignorando el deterioro de las normas políticas y el auge de la retórica incendiarias en el país. Al contrario, la historia norteamericana muestra que la violencia política —cuatro presidentes y un candidato presidencial han sido asesinados, mientras que un presidente y dos candidatos han sobrevivido otros intentos— ocurre en momentos en que la hostilidad alcanza niveles extremos.
La hipocresía inherente en las protestas sobre la comparación hiperbólica entre Trump y Castro suena hueca cuando viene de los mismos sujetos que constantemente asemejan a sus oponentes políticos con los regímenes de Cuba o Venezuela.
El Banco Saya de Malha se encuentra principalmente en aguas internacionales, donde pocas reglas se aplican, y por tanto su biodiversidad está siendo sistemáticamente diezmada por una enorme flota de barcos pesqueros industriales que permanecen en gran parte sin supervisión gubernamental.
«En ‘Narcisos hay cubanos’, dos personajes son de la Isla Metafórica, pero ellos viven fuera de todo aquello; su realidad, aunque marcada por la hecatombe que ya conocemos, es otra. De cualquier manera, el tema Cuba es difícil desecharlo si naciste allí. Tengo escrita una novela sobre la isla que no ha visto la luz; me propuse que no fuera la primera, ni será la segunda… quizá la tercera si alguna editorial la quiere. Nadie la ha leído aún».
«Creo que lo dijo el gran fotógrafo inglés Don McCullin: “El Tercer Mundo no necesita más fotógrafos”. De ser así, me replanteo esa frase: yo ya tengo mi Tercer Mundo, y es Cuba. Ese es el mundo que más me interesa mostrar, contribuir a que finalmente, y entre todos, mostremos su verdad».