Aún Donald Trump no ha empezado su segunda Presidencia y ya tiene su primer escándalo: los anuncios de varios acólitos sin experiencia ni calificaciones para altos cargos en su gabinete, y la exigencia de que el Senado se someta a sus demandas y los apruebe obviando el proceso constitucional de advice and consent (consejo y consentimiento).
Este miércoles, la revista española Hola sacó una exclusiva mundial: «Descubrimos a Ana de Armas con su nueva ilusión, Manuel Anido, hijastro del presidente de Cuba». La noticia iba acompañada de una serie de fotos de la pareja en la noche de Madrid.
El retorno triunfante de Donald Trump, y el modo en que cambie el rumbo del país, especialmente si sus aspiraciones autoritarias no pueden ser refrenadas por las instituciones políticas, será ahora el principal legado de un presidente que se creyó excepcional.
La élite del régimen no conoce el dolor por la muerte de un familiar que murió ahogado en una inundación o aplastado por un derrumbe, ni la desesperación de no tener techo o de perder cada una de sus pertenencias; tampoco sabe ahora lo que es vivir a oscuras durante días.
Hasta ahora, los demócratas habían evitado el error de Hillary Clinton de clasificar a los partidarios del otro bando como «deplorables», pero el presidente Biden los llamó «basura» y otros los han calificado de nazis o racistas. El miedo a Trump y a sus seguidores se ha vuelto el arma predilecta del último tramo de la campaña demócrata.
La periodista Paola Ramos ha publicado un libro, titulado Desertores, en el que intenta explicar el apoyo creciente a la extrema derecha y, en consecuencia, a Donald Trump dentro de la comunidad latina en Estados Unidos. Hay varios factores políticos e históricos que lo explican, así como simples estrategias electorales...
«Podía ver a los sujetos debajo de mí, y sin duda era una pareja perfecta para ser los primeros en actuar en el escenario que había sido creado especialmente para ellos, y para otros que los seguirían, y yo sería su público».
El niño Geobel Damir Ortíz Ramírez falleció en el Nicklaus Children’s Hospital, de Miami, unas semanas después de que él y su madre pudieran viajar desde Cuba con visado humanitario gracias a una amplia campaña que denunció el precario estado del sistema de salud en la isla.