Duannis León Taboada no quiere morir

    Duannis Dabel León Taboada, un muchacho barbero que escribe poemas desde la oscuridad de una celda, ha estado más tiempo en prisión que lo que estuvieron Fidel y Raúl Castro por atacar el cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. Por estos días en que el oficialismo celebra —sí, festeja— otro aniversario del asalto armado que dejó muertos y heridos en ambos bandos y víctimas civiles, Duannis acumula varias jornadas en huelga de hambre dentro del penal de máximo rigor Combinado del Este, en La Habana.

    Pero Duannis no escogió la vía armada para oponerse a la dictadura de turno en Cuba. Fue condenado a 14 años de cárcel por participar en la protesta del 11 de julio de 2021 en la Esquina de Toyo (municipio Diez de Octubre, La Habana), durante el estallido social que dejó cerca de 1600 personas detenidas, de las cuales al menos 543 continúan privadas de libertad, según los datos recopilados por Justicia 11J.

    Hace más de 10 días, el joven manifestante, que pronto estará cumpliendo 27 años, se declaró en huelga de hambre y de sed. El lunes 21 de julio su madre, Yenisey Taboada Ortiz, lo convenció de beber agua, al menos, luego de escuchar su «voz debilitada» al otro lado del teléfono, cuenta a El Estornudo.

    A ella no le sorprende que Duannis se haya negado a ingerir alimentos para «exigir libertad y justicia» para todos los presos políticos y sus familiares. «Porque mi hijo es así, mi hijo es amor, verdad, sentimiento puro», dice.

    Desde aquel lunes Yenisey no ha vuelto a oírlo ni le permitieron verlo en ninguna de las ocasiones en que se plantó frente al Combinado para exigir un encuentro personal.

    «Esta situación me tiene con muchísimos sentimientos encontrados. Mi conciencia me grita y mi corazón me habla y mi alma llora. Dios es el que me está dando las fuerzas que hoy me mantienen en pie para apoyarlo al 100 por ciento», agrega, colgada de su fe, mientras enfrenta la peor prueba posible para una madre.

    «Pretendo hablarle, pedirle, rogarle que deponga su huelga porque toda madre quiere un hijo vivo, pero respetando siempre su posición y sus decisiones como mayor de edad que es, y como el único que sabe lo sufrido durante cuatro años preso injustamente».

    Quien se declara en huelga de hambre no quiere necesariamente morir. Para perder la vida en un penal de Cuba es suficiente con estar allí, sometido a la escasez y la mala calidad de los alimentos, la falta de higiene, la desatención médica y los maltratos de los guardias. En junio de 2025 el Centro de Documentación de Prisiones Cubanas registró 58 eventos en cárceles o sitios de detención que «implicaron violaciones a los derechos de las personas reclusas». El Combinado del Este, donde está Duannis, es una de las instituciones penitenciarias con más denuncias recogidas por la ONG en su más reciente informe mensual.

    En este contexto, la huelga de hambre es un grito extremo, lanzado con todo el cuerpo, para intentar que se mire de frente la injusticia denunciada. Y que se actúe. Lamentablemente, en Cuba el poder ha demostrado que le importa poco la suerte de un recluso negado a ingerir alimentos.

    La organización sin fines de lucro Archivo Cuba ha documentado que, entre 1959 y 2022, murieron en huelgas de hambre al menos 27 presos cubanos. Catorce de ellos estaban recluidos por motivos políticos.

    A inicios de este mes, se conoció del fallecimiento del preso político Yan Carlos González tras una huelga de hambre que sostuvo durante semanas. La semana pasada, varios activistas alertaron sobre la situación del rapero preso Fernando Almenares, conocido como Nando OBDC, quien también se habría declarado en protesta mediante esta vía, contra su encierro por motivos políticos.

    «No podemos naturalizar esto», expresó en redes sociales José Raúl Gallego, académico y periodista cubano exiliado en México. «Nadie entra a una huelga de hambre por gusto. Lo hacen porque no les queda otra vía para exigir justicia. Dejar que una persona muera lentamente de hambre, como si nada, es de los crímenes más horrendos que se puede cometer», opinó Gallego.

    Por la escasa información recibida por las autoridades, Yenisey supo que Duannis presentaba hace unos días baja presión arterial y sus labios se habían cuarteado, aunque le aseguraron que su estado de salud era «bueno».

    El jueves pasado, luego de anunciar en una directa de redes sociales que permanecería frente a la prisión hasta que le permitieran ver a Duannis, funcionarios del Ministerio del Interior (Minint) le prometieron que el viernes la reunirían con su hijo. Sin embargo, Yenisey Taboada fue detenida y trasladada a una estación de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) en Guanabacoa, donde la retuvieron durante varias horas y la amenazaron con enjuiciarla si continuaba exponiendo el caso, según denunció.

    «Fui dolorosamente engañada, después de haber tenido la ilusión de que me iba a encontrar con mi hijo, pero cuando pasé adentro del centro penitenciario me llevaron en una patrulla. No vale la pena dar detalles de lo vivido allí porque no es importante, solo que lo que pedía les entraba por un oído y salía por otro. No se respeta el dolor de una madre cubana que lo único que pide es ver a su hijo para intentar salvarlo».

    La represión contra Duannis y su familia no es una excepción del sistema impuesto por el Partido Comunista de Cuba, sino una de las prácticas inherentes a su funcionamiento. Es el aceite que mantiene rodando la máquina totalitaria.

    Johanna Cilano, investigadora de Amnistía Internacional para el Caribe, declaró a El Estornudo que su organización ha documentado «alarmantes niveles de vigilancia, detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas, amenazas y criminalización» en Cuba contra personas opositoras o percibidas como tal, defensores de derechos humanos, artistas, periodistas y, en general, cualquiera que se manifieste.

    De acuerdo con Cilano, en la isla «el derecho penal ha sido utilizado de manera ejemplarizante para inhibir la protesta al imponer largas condenas a personas que han participado en manifestaciones. Hemos documentado, además, violaciones al debido proceso durante estos juicios, y la negativa de otorgar beneficios penales y restringir derechos a personas presas por razones políticas como visitas, llamadas telefónicas, cambios a regímenes penitenciarios de menor severidad».

    La noche del viernes 25 de julio, luego de más de una semana sin ingerir alimentos, Duannis fue trasladado al hospital de reclusos dentro del mismo penal.

    Aunque deponga la huelga de hambre,, a su madre le preocupa las secuelas que le dejaría. El manifestante padece «una enfermedad congénita del riñón izquierdo», su cuerpo «se ha desgastado» con la mala alimentación y la poca atención médica recibida durante cuatro años de presidio político, explica Yenisey Taboada.

    El más libre

    Duannis no se resigna a cumplir su larga condena en prisión. No lo han podido derrotar. No se conforma, no se calla, como no lo hizo ante el juez del juicio de casación, en mayo de 2022, a quien le espetó: «¡Abajo la dictadura! ¡Abajo el gobierno de Miguel Díaz-Canel! ¡Abajo todos ustedes que son unos corruptos! ¡Patria y Vida!».

    En unos versos que escribió en la cárcel, publicados por el Observatorio de Derechos Culturales (ODC), anima a todas las madres de manifestantes condenados y revindica los valores que los llevaron a protestar en julio de 2021.

    Imagen de ODC

    El ODC ha dicho que el preso político «es un muchacho emprendedor y con estudios que trabajó desde adolescente para ayudar a sustentarse a su madre y sus hermanas. No es ningún delincuente. Desde que está en prisión se ha dedicado a escribir poemas y su crecimiento ha sido impresionante». La ONG publicará próximamente el primer poemario de Duannis, mediante el sello editorial Veril, que incluye dibujos suyos.

    Anamely Ramos, académica y activista miembro del ODC, dijo a El Estornudo que «lo que estamos viendo en Duannis es la humanidad en su estado más puro luchando por no morir. Él ha llegado a ese estado en que la muerte de la propia humanidad importa más que la muerte física. Es muy importante que viva. Si a él le pasa algo grave, se iría también un poco de la humanidad de todos nosotros».

    Tania Tasé, otra de las activistas que desde el exilio acompaña al preso político y su familia, escribió que «Duannis parece siempre ensimismado, como si se estuviera preparando para el futuro. Es inevitable intentar imaginarlo ahora, tumbado en la cama estrecha de hospital. Solo en apariencia, porque alguien con la espiritualidad poderosa de Duannis nunca está solo».

    De acuerdo con Johanna Cilano, de Amnistía Internacional, «el compromiso de la sociedad civil internacional con la promoción y defensa de los derechos humanos en Cuba también es vital para visibilizar y reconocer la valentía de quienes, con su acción y compromiso, han desafiado las restricciones indebidas de sus libertades más fundamentales».

    Yenisey Taboada dice no saber describirlo bien, pero cree que, con su huelga de hambre, Duannis «está buscando su propia libertad». Mientras tanto, ella intenta no desmoronarse. Su hijo la necesita.

    «Las madres no vivimos para ver a los hijos morir. Es al revés. Son los hijos los que deben enterrar a las madres. Ninguna madre debería pasar por lo que estoy pasando», dice Yenisey, mientras espera la llamada, ahora sí, que le permita el encuentro con Duannis.

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