En toda Colombia, el rebusque es el latido del panorama laboral.
El rebusque es la capacidad para batallar en el desempleo; una forma de vida y una lucha diaria por la supervivencia de jóvenes, adultos y viejos en el país.
En un escenario hostil, acuden con determinación al ingenio para ganarse el pan. Las carencias no ofuscan, no acobardan.

La gente —sin empleo formal— se esfuerza cada día para no dejarse ganar por el reloj, el olvido y la inacción.
Sí, el rebusque es como un grito que dice: ¡no es hora de rendirse, hay coraje, hay berraquera!
Eso intentan narrar estas imágenes que recogen algunos oficios en ciudades y pueblos de la región Caribe colombiana: Cartagena, Bolívar; Santa Marta, Magdalena; Barranquilla, Atlántico; Santo Tomás, Atlántico; Calamar, Bolívar; Puerto Colombia, Atlántico; Usiacurí, Atlántico, Bomba, Magdalena; Pedraza, Magdalena; Lorica, Córdoba; Rincón del Mar, Sucre; San Andrés, Providencia y Santa Catalina; Valledupar, Cesar; San Juan del Cesar, La Guajira; Riohacha, La Guajira; y San Basilio de Palenque, Bolívar.








Sí: oficios desempeñados por camelladores impetuosos, llenos de entereza y, tal vez, llenos de esperanzas…
Sin embargo, hoy me pregunto cómo se podría definir la esperanza en estos tiempos. A la mente se me vienen algunas frases que he encontrado en el camino.
Gabriel Marcel dijo: «La esperanza es un afán y un salto».










Emily Dickinson la describió así: «La esperanza es algo con plumas que se posa en el alma y canta su canción sin palabras y jamás se calla».
Erich Fromm le dio atributos felinos: «[La esperanza] se parece a un tigre agazapado que solo saltará cuando haya llegado el momento de hacerlo».
Recuerdo a Byung-Chul Han: «Ella [la esperanza] despliega todo un horizonte de sentido, capaz de reanimar y alentar a la vida. Ella nos regala el futuro. [Ilumina al mundo]».
Entretanto, me pregunto: ¿en Colombia la esperanza se podría definir con esas palabras o no son suficientes?
Yo opté por llevarme esa duda, coger la cámara y andar por ahí…













