La realidad terminará imponiéndose, con arrogante contundencia, sobre los restos de la elocuente fantasía sobre la cual se construyó la escuela. Pero el declive y posible clausura de la Lenin no es un síntoma de la crisis terminal del socialismo cubano, sino una tardía consecuencia de ella.
Ahora mismo crece el número de voces demócratas —figuras tan disímiles como Buttigieg, Sherill, Slotkin, Gallego, Gluesenkamp Perez, junto al decano Bernie Sanders, la pionera de este movimiento, Alexandria Ocasio-Cortez, y la nueva sensación mediática, Zohran Mamdani— que abogan por una agenda pragmática-populista con la cual pueda sentirse identificada la mayor cantidad de votantes de cualquier afiliación política.