«La lista nunca estará completa, porque las canciones de Marta Valdés van y vuelven con vida propia, sobrevuelan fronteras de todo tipo —geográficas, genéricas, estilísticas, polisémicas— y conquistan nuevas voces, otros modos de entenderlas y asimilarlas. Es el modo único en que Marta nos dice que no ha partido, que no hay otro obituario que sus canciones. Ella está aquí, en sus palabras».
Una de las obsesiones del presidente Trump es ser reconocido como un pacificador, es decir, un negociador capaz como nadie de mediar en conflictos a nivel global y de traer una nueva Pax Americana. No es un secreto su obsesión por ganar el premio Nobel de la Paz; especialmente porque cree que le fue entregado a Obama sin merecerlo.