El negocio de las mulas, evidentemente tolerado hasta el momento por las autoridades, parece marchar viento en popa, con cada día más cubanos apostándole todo.
Además de pullovers, en Clandestina también se venden delantales, cojines, bolsos, una guía turística alternativa, stickers, carteles, collares, monederos, billeteras, agendas, libretas, postales, llaveros, pañuelos, shorts, camisetas, camisas, blusas…
Entre los nuevos símbolos de la Cuba poscastrista, cuyo eje rector lo compone una casta tecnócrata de militares reconvertidos en empresarios al mando de sucursales anónimas, destaca el Gran Hotel Manzana Kempinski.
Una de las obsesiones del presidente Trump es ser reconocido como un pacificador, es decir, un negociador capaz como nadie de mediar en conflictos a nivel global y de traer una nueva Pax Americana. No es un secreto su obsesión por ganar el premio Nobel de la Paz; especialmente porque cree que le fue entregado a Obama sin merecerlo.