En pleno fuego cruzado de órdenes ejecutivas y decisiones en las cortes respecto a la legitimidad de la actual política migratoria, activistas políticos cubanos que no han podido ajustar su estatus en el país norteño tienen ante sí un panorama de incertidumbre.
Prosigue esta relación no exhaustiva en que se presenta una veintena de opositores o activistas por la libertad de Cuba que partieron definitivamente durante el año pasado, buena parte de ellos (ex)presos políticos del régimen de La Habana.
Otro año pasó sin ver la libertad de Cuba. Es terrible porque muchos presos políticos siguen en prisión, porque el hambre y las enfermedades gravitan sobre el día a día de los cubanos, porque fue otro año de despedidas frenéticas que profundizan la soledad general.
El viernes 26 de abril, la Seguridad del Estado cubano arrestó al reportero independiente José Luis Tan Estrada, quien se trasladaba de Camagüey a La Habana. Tras unas seis horas desaparecido, pudo avisar telefónicamente que se encontraba en el centro de detención más conocido del país. Nada más se ha sabido desde entonces.
Una de las obsesiones del presidente Trump es ser reconocido como un pacificador, es decir, un negociador capaz como nadie de mediar en conflictos a nivel global y de traer una nueva Pax Americana. No es un secreto su obsesión por ganar el premio Nobel de la Paz; especialmente porque cree que le fue entregado a Obama sin merecerlo.