El retorno triunfante de Donald Trump, y el modo en que cambie el rumbo del país, especialmente si sus aspiraciones autoritarias no pueden ser refrenadas por las instituciones políticas, será ahora el principal legado de un presidente que se creyó excepcional.
La élite del régimen no conoce el dolor por la muerte de un familiar que murió ahogado en una inundación o aplastado por un derrumbe, ni la desesperación de no tener techo o de perder cada una de sus pertenencias; tampoco sabe ahora lo que es vivir a oscuras durante días.
A medida que avanzaba la noche —que empezó con poco movimiento— había más gente en las inmediaciones del Versailles. Los rostros, los ademanes y las voces de los congregados parecían cada vez más relajados, enérgicos y precisos; la alegría más contagiosa, más soberbia, y más estridente e imperioso el ruido de las bocinas y los motores de las camionetas y los autos deportivos sobre la calle 8. «Let´s go, Brandon», se escuchaba en un altavoz.
«Desde que yo soy chiquita siempre he escuchado que los demócratas son socialistas o comunistas, y nunca he visto que un candidato demócrata llegue a ser comunista durante su administración. Este país tiene programas sociales, como Medicaid, Medicare, Sección 8, los food stamps, pero las ayudas del gobierno no son ideas comunistas».
El pasado 24 de junio, el activista y científico cubano Oscar Casanella acudió a su audiencia final de asilo político en la Corte de Inmigración de Miami, y luego de varias horas de sesión, desde la mañana hasta la tarde, el juzgado no emitió ningún veredicto. Según trascendió a través de sus abogadas, Kenia García y Eliany Aquiles, la jueza emitirá por escrito la decisión final el próximo 11 de julio, luego de recibir un sumario o resumen del caso por parte de la defensa.
El gobierno de Estados Unidos actualizó esta semana el Memorando Presidencial de Seguridad Nacional NSPM-5, lo que reafirma la política de la Administración Trump en el endurecimiento del sistema de sanciones para «fomentar una Cuba libre y democrática».