A los cubanos se les está haciendo cada vez más difícil ruta hacia Estados Unidos. Ya no solo son nulas las posibilidades de entrar de manera irregular por frontera a territorio estadounidense, sino que tampoco serán factibles las pocas vías legales que hasta ahora existían para la reunificación familiar o, simplemente, para visitar el país norteño. Una proclama presidencial de Donald Trump prohíbe o restringe, desde este 9 de junio, la entrada a territorio estadounidense de ciudadanos de 19 naciones, incluida Cuba.
El nuevo apretón de clavijas en política migratoria de la actual administración Trump —esta «travel ban»— se ampara en razones de seguridad nacional, según expuso el mandatario estadounidense al presentar la medida el miércoles pasado. Se trata de una vuelta de tuerca a la postura que ha defendido desde los días de su campaña electoral para retomar a la Casa Blanca.
El presidente Trump recalcó que no podía seguir permitiéndose una migración abierta desde ningún país donde no se pueda realizar una evaluación y establecer controles más confiables.
Y, de hecho, sostuvo que el reciente ataque en Colorado contra un grupo de ciudadanos que pedía la liberación de los rehenes en manos de Hamás, en Gaza, ilustra los peligros extremos que suponen los extranjeros que ingresan, sin una investigación adecuada, a Estados Unidos.
También se refirió a quienes llegan como visitantes temporales y se quedan más tiempo del permitido por sus visas; entonces aprovechó para subrayar que ha habido «un ataque terrorista tras otro», perpetrado por «extranjeros que se quedaron con visas y provienen de lugares peligrosos».
La intensidad de las restricciones aplicadas, señaló Trump, depende de la «gravedad de la amenaza planteada», y añadió que la lista de países incluidos en la prohibición está «sujeta a revisión» en caso de que se produzcan mejoras en los problemas detectados.
Esta sería una versión ampliada de la travel ban que generó bastante polémica durante su primer mandato, la cual vetaba el ingreso de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana.
Ahora la entrada de los nacionales de Cuba —junto a los de Burundi, Laos, Sierra Leona, Togo, Turkmenistán y Venezuela— ha sido limitada parcialmente. En el caso de la isla, la medida se justificaría porque se trata de «un Estado patrocinador del terrorismo, que no coopera ni comparte suficiente información policial con Estados Unidos y se ha negado históricamente a aceptar el regreso de todos sus nacionales deportados».
Eso sí, la orden ejecutiva es más severa para los ciudadanos de Afganistán, Myanmar, Chad, República del Congo, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Haití, Irán, Libia, Somalia, Sudán y Yemen, a quienes se ha prohibido totalmente su ingreso en territorio estadounidense.
El gobierno norteamericano ha señalado que la nación caribeña presenta un alto porcentaje de beneficiarios de visado que exceden el tiempo de estancia autorizada en Estados Unidos. Según el Informe de Estadías Extralimitadas, cita la proclama presidencial, «Cuba tuvo una tasa de permanencia excesiva con visas B-1/B-2 del 7.69 por ciento y una tasa de permanencia excesiva con visas F, M y J del 18.75 por ciento».
La restricción para los cubanos, que no afecta a residentes permanentes ni a quienes ya optaron por la ciudadanía estadounidense, pero probablemente sí a personas con visados aún vigentes, suspende específicamente la emisión de las visas B-1, B-2, B-1/B-2, para turismo y negocios, y F, M y J, académicas, estudiantiles y becas. Además, establece que «los funcionarios consulares reducirán la validez de cualquier otra visa de No Inmigrante emitida a nacionales de Cuba en la medida que permita la ley».
Como excepciones a la prohibición incluyen los atletas que viajen a eventos deportivos importantes, como el Mundial de fútbol o los Juegos Olímpicos; los titulares de visas de inmigrante para minorías étnicas y religiosas que enfrentan persecución en Irán; los ciudadanos afganos con visas especiales de inmigrante; cualquier residente permanente legal en Estados Unidos, y las personas con doble nacionalidad que tengan ciudadanía de países no incluidos en la prohibición de viajes. Asimismo, el secretario de Estado puede otorgar exenciones a personas caso por caso, si conviene al interés nacional de Estados Unidos.
Desde el Capitolio, Pramila Jayapal, congresista demócrata por Washington, consideró en esa red social que esto aislará aún más a Estados Unidos en el escenario global. «Esta política discriminatoria, que limita la inmigración legal, no solo contradice lo que se supone que representa nuestro país, sino que también será perjudicial para nuestra economía y nuestras comunidades que dependen de las contribuciones de las personas que llegan a Estados Unidos desde esta amplia gama de países», sostuvo. «Prohibir la entrada a todo un grupo de personas, porque no estás de acuerdo con la estructura o función de su gobierno, no solo culpa al lugar equivocado, sino que crea un precedente peligroso».
A su vez, la directora del programa de Estados Unidos de Human Rights Watch (HRW), Tanya Greene, denunció en un comunicado que «la prohibición de viajes anunciada por el gobierno estadounidense perjudica a las familias inmigrantes que buscan reunificarse, a estudiantes, trabajadores y a muchos otros». Desde su punto de vista, el fundamento de la medida «parece ser arbitrario, espurio, inconsistente y, al igual que con la prohibición musulmana del primer gobierno de Trump, racial».
«Este es otro ejemplo de una política migratoria destinada a generar caos e incertidumbre», razonó la ejecutiva de HRW. «El Congreso debería manifestarse en contra de esta política y trabajar por un proceso migratorio justo, respetuoso con los derechos y que proteja la dignidad de los inmigrantes, sus seres queridos y sus comunidades».
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, dijo el jueves en su perfil oficial de X que la «nueva prohibición de entrada a Estados Unidos de nacionales de varios países tiene trasfondo racista con apoyo de políticos anticubanos. Perjudica el contacto entre las familias cubanas. Daña los intercambios personales, profesionales, académicos y culturales entre ambos países».
En Miami, el abogado de inmigración cubanoamericano Wilfredo O. Allen dijo tener la sospecha de que en lo adelante las reclamaciones familiares «van a ser más difíciles». No obstante, interpretó que estas podrían continuar en ciertos casos, especialmente si se trata de un ciudadano estadounidense que pretenda patrocinar a sus familiares inmediatos como cónyuges, padres e hijos solteros menores de 21 años.
Durante su habitual espacio de los viernes en Café Fuerte News, Allen comentó que actualmente se está negando visas a numerosas personas de las que se sospecha que han desempeñado una función importante dentro del gobierno cubano o que puedan haber sido miembros de la Unión de Jóvenes Comunistas y del Partido Comunista. También, apuntó, hay muchas negativas para otras personas que no han pertenecido a nada en la isla. Y pronosticó: «Creo que eso va a aumentar».
«No creo que se vayan a cancelar las visas de turismo que ya tienen algunas personas, pero puede ser que una vez que viajen les puedan dar una sola entrada y cancelarlas. O les pueden negar la entrada y cancelarlas. Hasta ahora no han hablado de que las van a eliminar, al igual que las reclamaciones familiares. Pero sí creo que la inmigración legal desde Cuba va a ser más difícil en el futuro», advirtió Allen.