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Selfies / Autorretratos

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Utilizo el IPhone con temporizador y los filtros disponibles.

Mi relación con la cámara es narcisista y desoladora.
Mi anatomía ansiosa, sale ahí.
Mi anatomía inconclusa.

Soy depredadora de la experiencia estética, comédienne, performer. La actriz quiere ser de plastilina, desfigurarse, ser otro, aliviarse del yo.

Para mí la selfie es también una expresión inmediata, resolver la publicidad, complementar un escrito, es trabajar con lo que tengo a mano, otra manera de decir.

Me apaño los síntomas neuróticos por medio de la exposición del material reprimido.

La historia del arte está llena de autorretratos y exploraciones del cuerpo. Las siluetas de Mendieta, las caracterizaciones de Sherman, los jovencitos expuestos de Larry Clark, los sujetos fotografiados por Arbus y Goldin, las niñas de Balthus, la fugacidad de Francesca Woodman, los excesos anatómicos de los pintores barrocos españoles… Bellmer y las desfiguraciones de Die Puppe.

Me atrae la repulsa en el arte; vivo profundamente atraída hacia los ligamentos lastimados, las coyunturas hinchadas y las mutilaciones; hallo sosiego en los museos, en la ingeniería corporal del títere, en la parafernalia mecánica de las marionetas.

Me hace señas algo indefinido y oscilante en el enjambre turbio del deseo.

Ya adulta y remendada, no evito los desfiladeros
llevo mi épica a todas partes
mi pasado sórdido

fui una niña freak 
fui tratada por ello.

Nací con una desproporción y escoliosis, de manera que fui fotografiada desde niña, en el hospital Pedro Borrás Astorga de El Vedado, hoy demolido, cuya arquitectura Art Decó daba miedo al Coco, antesala de las sesiones fotográficas.

Me retrataban desde niña en una sala fría de ese hospital, rodeada de adefesios, siéndome uno, doblemente atrapada en la fotografía y en el cuerpo.

Rosie Iguanzo. El hombre es el lobo de la mujer.

(Fotografías autorizadas por Rosie Iguanzo).

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